Para llevar a cabo eficazmente los pasos y protocolos de seguridad, debe estar familiarizado con las cuatro fases principales del incendio y con lo que puede hacer durante cada una de ellas. He aquí un resumen:
Fase incipiente – En esta fase el incendio es pequeño y localizado, a menudo limitado a los materiales o a la zona de origen, y la producción de humo suele ser mínima. Si se detectan y atajan con prontitud, los incendios en fase incipiente pueden extinguirse fácilmente.
Etapa de crecimiento – Las llamas se hacen más grandes y el fuego empieza a intensificarse a medida que consume más combustible y genera más calor. De ahí que sea esencial tomar medidas inmediatas para controlar su propagación y evitar que alcance la fase de pleno desarrollo.
Fase totalmente desarrollada – En esta fase, la más peligrosa y destructiva de un incendio, los elementos estructurales pueden verse comprometidos y existe un alto riesgo de flashover (una ignición repentina de gases y materiales combustibles en el ambiente). Los esfuerzos de extinción deben dar prioridad a la evacuación durante esta fase.
Etapa de decadencia – Las llamas comienzan a debilitarse, y la potencia calorífica y la producción de humo disminuyen. Sin embargo, todavía pueden existir focos de calor y fuego oculto, por lo que es importante extinguir completamente el fuego y asegurarse de que no se reaviva.